Se han cumplido 3 años desde que en septiembre de 2015 se reunieran la mayoria de jefes de Estado y Gobierno del mundo para aprobar la denominada Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 con el objetivo de aplicar una serie de medidas que contribuyan a poder hacer este mundo más sostenible.
Los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) intentan motivar a todos los países, sean ricos o pobres, a adoptar medidas que logren prosperidad pero que también miren por el planeta. Estas iniciativas no son posibles si no van unidas a un desarrollo económico y a mejores oportunidades de acceso al trabajo y a la educación.
Recientemente el Gobierno de España también publicó esta resolución que necesita del compromiso, no solo del gobierno nacional sino también los municipales y regionales así como los ciudadanos en general.
Uno de los objetivos principales se centra en el sector energético y más concretamnete en facilitar el acceso a la energía de manera universal y en adoptar medidas de forma urgente para hacerle frente al cambio climático y sus consecuencias, un asunto en el que España no está haciendo las tareas por el momento.
De las energías que consumimos en España, un 74% son energías fósiles, el otro 26% restante se lo reparten las energías renovables y la nuclear prácticamente a partes iguales. Un porcentaje muy alto de los gases contaminantes son consecuencia del consumo energético y los maximos responsables son el transporte y la electricidad.
Con respecto al petróleo sabemos que supone el 42% de la energía primaria que consumimos y es el responsable del 52% de las emisiones totales. El restante 20% es generado por el gas natural con un 15% de emisiones sobre el total.
Si hablamos de edificación, el 53% de nuestras viviendas ha sido construido con anterioridad a 1979 y por tanto no dispone de aislamiento térmico. Solamente un 7% cumple con lo establecido en el Código Técnico de Edificación que entró en vigor en 2006, y de todos estos, apenas un 1% cumple con lo establecido.
Otro objetivo es garantizar a una parte de la población el acceso a la electricidad, algo que agradecerían los más de 6 millones de españoles que sufrieron la llamada pobreza energética al no poder disponer del suministro suficiente para tener sus viviendas en condiciones mínimas de climatización.
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