Viendo el resultado de los certificados energéticos que se están haciendo en España llama la atención que más del 80% obtiene un suspenso en eficiencia energética, en realidad, lo que nos está diciendo esto es que los hogares españoles pierden dinero y confort a raudales. Es una noticia que habla a las claras de cómo está el parque inmobiliario español. Esta etiqueta que se asemeja a la que se puede ver en los electrodomésticos, es obligatoria desde junio de 2013 y tiene su origen en una directiva europea. Su finalidad es evaluar la energía consumida y las emisiones.
Después de más de un año de la entrada en vigor, la ‘mala nota’ en la etiqueta es lo más habitual, según el Idae, solo algo más del 4% obtiene una etiqueta A o B.
Con el tiempo transcurrido lo que se puede apreciar tanto en compradores como en inquilinos es que este nuevo ‘impuesto’ tiene poco de útil, aún no se entiende la finalidad de ahorro energértico y el beneficio que se puede obtener cuando se conoce la eficiencia energética de una vivienda.
«No es un elemento decisorio para comprar o alquilar una vivienda. Somos poco exigentes a la hora de valorar las ventajas que supone», señala Jesús Duque, vicepresidente de Alfa Inmobiliaria. Aunque, «no nos cabe duda que el público se irá sensibilizando», cree Jorge Torrent, coordinador del área de Eficiencia Energética de Look & Find.
¿Cuánto cuesta ese piso? Es lo único que importa, de momento. Pero, ¿cuánto gasta? Una vivienda de 100 metros con letra E consume en energía 1.010 euros anuales. «Esta estimación es muy útil para los que estén comparando casas para su compra o alquiler. Entre una G, la peor, y otra E, la más frecuente, ya hay una diferencia de más de 1.000 euros al año», calcula Inés García, directora de comunicación de Certicalia.com. El año pasado el 85% de las casas calificadas por esta plataforma con 5.000 técnicos han sido E, F y G, las peores.
Una pista: lo que más penaliza es la energía eléctrica. Cuántos más equipos, peores resultados. Y si, además, carece de aislamiento, la G está asegurada. «Las calificaciones F y G son para viviendas sin aislamiento térmico», señala Javier Méndez, director del Gabinete Técnico del Colegio de Aparejadores de Madrid, que recuerda que en España la mitad del parque de viviendas (unos 25 millones) se ha construido con una normativa que no exigía aislar. Son datos para que el cliente se haga una idea de cuánto va a pagar en calefacción y agua caliente y se decante por el piso más eficiente. Además, por ahora, la letra no ha provocado subidas en los precios.